En principio, sí. Uno comienza a escribir todo aquello que tu mente, tu imaginación, tus deseos, tus emociones, tus experiencias, tus conocimientos te permiten expresar. Pero luego, crecen poco a poco las ganas de darlo a conocer.
¿A quiénes? Por supuesto, a tus seres queridos primero, y luego a aquellos a quienes con tus aportes puedes enriquecer, sumarles algo nuevo a sus vidas.
Cuando el libro ya estaba editado, me dije a mí misma ¡uh, tengo que presentarlo! Y un montón de emociones me invadieron: miedo, adrenalina, alegría, desconcierto, incertidumbre, hasta llegué a decir “en qué me metí”, “hubiera dicho que no”, “y si mejor no lo hago”, pero entendí que esas sensaciones son parte de todas las decisiones más importantes que uno tiene a lo largo de sus vidas, y escribir un libro y presentarlo también lo eran.
Así que me decidí a vivir esa aventura, y con la seguridad y acompañamiento que la editorial me brindaba, comencé a hacer la lista de quienes quería que estén presentes, cuál iba a ser el lugar, qué quería brindarles, qué quería que escucharan, qué quería que se lleven los invitados, además de mi libro, etc.
Me di el gusto de hacer la presentación dos veces, una en Villa Dolores, ciudad donde resido desde hace 12 años y la otra en Buenos Aires, mi ciudad de origen. Comparto contigo, seguramente, la gran alegría de escribir la última palabra de tu libro, y haber dicho “Sí, lo terminé”. “No lo puedo creer, ya está”. ¿A quién se lo dijiste primero? ¿Con quién compartiste esa noticia? ¿Recuerdas tremenda gratitud?
Bueno, falta vivir y gozar de la presentación de tu libro. Ese día, tus seres queridos, colegas, compañeros estarán allí, acompañándote, en ese día, tu día, tu momento. Prepárate para disfrutarlo, suma a tu árbol de vida esta nueva experiencia inolvidable y única.
Verónica Díaz,
autora de El Saber siempre sana